EL MITO DEL APU AUSANGATE Y EL ORIGEN DE LA SEMILLA DEL MAIZ
El imponente y majestuoso Ausangate fue desde siempre el principal Apu
Protector de la Ciudad Sagrada del Qosqo; desde tiempos ancestrales
incluso desde la época Pre Inca. Entorno a Él existen muchos Mitos y
Leyendas que tratan de explicar la Cosmovisión del Hombre del Ande.
Como inicio al Mes Jubilar de Nuestro Cusco Amado contare el Mito del
Machu Apu Awsangate, mito que Trata de explicar el Origen de los Viajes
de los Qollas a la zona Quechua y el Regalo de la Qonopa del Maíz “MAMA
SARA” al Qolla Mariano Inkilli. Mito ancestral de origen Pre Inca
transmitido de generación en generación como recuerdo imperecedero de la
Importancia del Machu Apu Awsangate.
Era pues el gran Apu Awsangate señor de este mundo, ante el las animas
que salían de los cuerpos de los difuntos iban a expiar sus penas. Este
gran Apu tenía 6 hijos varones e hijas mujeres, la mayor de estas
llamada Tomasa Saq´a Puma. Un buen día el Apu Awsangate junto a sus
hijos y les dijo: “Pronto vendrá a este lado un yerno qolla, me ha
pedido la mano de su hermana Tomasa Saq´a Puma”. Sawasiray (Apu
protector del Valle Sagrado) que era el hijo mayor del Machu Apu
Awsangate, preocupado dijo: “ahora este yerno Qolla se llevara todos los
productos de cultivo y no nos hará caso, que se lleve el ganado nomas y
no los productos de cultivo, dijo molesto”. Entonces reunió a todos sus
hermanos varones y acordaron: “No puede llevarse todo, Carajo –dijeron-
que se lleve el ganado nomas pero no los Productos”.
El Qolla Mariano Inkilli conquista a Tomasa Soq´a Puma hija mayor del
Apu Awsangate, casándose solo para sacar ventaja en el acceso a los
territorios Quechuas y trasladar a sus dominios la semilla del Maíz.
El padre de Tomasa; El Apu Awsangate; cumple con la pareja obsequiando
ganado y semilla para que sirvan de sustento a los desposados; el
hermano mayor de Tomasa; el Apu Sawasiray se siente celoso por el
accionar del padre y envía un ave para que robe la semilla del maíz que
estaba en poder de la pareja, que ya se encontraban en el Abra de Raya
Pata (límite actual entre Cusco y Puno; antiguo límite entre el
Virreinato del Perú y el del Rio de la Plata)donde ya habían brindado
Chicha “T´INKANDO” el ganado, y en el instante en que Mariano se
disponía a “TINKAR” la semilla del maíz vino el Chiwaku que raudo paso
diciendo Jiu Jiu, robando en su pico el espíritu de la semilla del maíz y
por un descuido de este dejo caer la semilla en la zona Quechua. Desde
entonces el Maíz solo puede crecer en la Zona Quechua, desde la Raya
para este lado; dejando el ganado para la zona Qolla en virtud del
regalo del Machu Apu Awsangate Al Qolla Mariano Inkilli.
Aun hoy en cercanías a Surimana se puede ver un peñón gris con la cabeza
gacha, próximo al Camino real al Qollasuyo, ante el cual los arrieros y
caminante Qollas cuestionan duramente convencidos que este es Mariano
Inkilli, por haberse dejado quitar la semilla del Maiz y no haber podido
llevar a Tomasa Saq´apuma Hija Mayor del Machu Apu Awsangate al lado
Qolla.
MITO EDITADO, RECOPILADO Y PUBLICADO POR PUCCAPONCHO PAUCARRUNA - 2014
El Mito del Cóndor
Se
dice que en una comunidad, un hombre vivía con su hija. La hija pastaba
las ovejas, llamas y otros animales. Cada día un joven vestido con
elegancia iba a visitarla. Tenía un traje negro hermoso, chalina blanca,
sombrero y todo. Cada día iba a visitar a la mujercita, y se hicieron
buenos amigos. Jugaban a todo. Un día comenzaron a jugar de esta manera:
“el mitoAlzame tú y yo te alzaré”. Bueno, comenzaron el juego, y el
joven alzo a la mujercita. Recién cuando la había alzado en alto, la
mujercita se dio cuenta de que estaba volando.
El joven puso a la mujercita dentro de un nicho en un barranco. Allí el joven se convirtió en cóndor. Por un mes, dos meses, el cóndor criaba a la mujercita. Le daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer. La jovencita dio a luz un niñito, pero lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? Devuélveme al lugar de donde me trajiste. Devuélveme allá”, le suplicaba al cóndor. Pero él no le hacia caso.
Un día un picaflor apareció. La joven le dijo: “¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas. Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquí. Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su niñito”. El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No llores. Te voy a ayudar. Hoy día iré a contarle a tu papá donde estás, y tu papá vendrá a buscarte”. La joven le dijo: “Escúchame, picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en mi casa serán para ti”.
Cuando dijo eso, el picaflor volvió contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un cóndor. Pero va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro viejo”, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo. Fueron, llevando un burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco. Después llevaron dos sapos: uno pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo. El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tu no sabes que desgracia hay en tu casa”.
“¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó.
“Tu mujer y tu hijo se han convertido en sapos”. Bueno, el cóndor se fue volando a ver. Ni la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos. El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflorcito está todos los días entre las flores en la casa de la jovencita. Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.
En el antiguo Perú se narraba acerca del origen del hombre, que el dios
Huiracocha, en una época en que en el cielo no había ni sol, ni luna, ni
estrellas, vino a la tierra andina (que ya existía antes de Huiracocha)
y creó a una primera generación de hombres y mujeres, pero de talla muy
elevada; resultó, sin embargo, que esta primera generación se portó
mal, hasta olvidó a su creador, por los que Huiracocha los consideró
soberbios y los castigó convirtiéndolos en piedra, que son las que se
pueden ver ahora en Tiahuanaco.
El joven puso a la mujercita dentro de un nicho en un barranco. Allí el joven se convirtió en cóndor. Por un mes, dos meses, el cóndor criaba a la mujercita. Le daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habían estado unos años juntos, ella llego a ser mujer. La jovencita dio a luz un niñito, pero lloraba día y noche por su padre, a quien había dejado en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? Devuélveme al lugar de donde me trajiste. Devuélveme allá”, le suplicaba al cóndor. Pero él no le hacia caso.
Un día un picaflor apareció. La joven le dijo: “¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas. Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquí. Hace más de un año, un cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquí. Ahora soy mujer. Y he dado a luz a su niñito”. El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No llores. Te voy a ayudar. Hoy día iré a contarle a tu papá donde estás, y tu papá vendrá a buscarte”. La joven le dijo: “Escúchame, picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en mi casa serán para ti”.
Cuando dijo eso, el picaflor volvió contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un cóndor. Pero va a ser difícil bajarla. Tenemos que llevar un burro viejo”, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo. Fueron, llevando un burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la jovencita a bajar del barranco. Después llevaron dos sapos: uno pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco. Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo. El picaflor fue donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tu no sabes que desgracia hay en tu casa”.
“¿Que ha pasado?” el cóndor le preguntó.
“Tu mujer y tu hijo se han convertido en sapos”. Bueno, el cóndor se fue volando a ver. Ni la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho, solamente dos sapos. El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el picaflorcito está todos los días entre las flores en la casa de la jovencita. Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la comunidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario